miércoles, 22 de febrero de 2012

Gaviotas et al.

Buenas a todos.
Este pasado fin de semana, aprovechando que había terminado los exámenes, decidí dedicar un tiempo prudencial a las gaviotas de las playas de el Palo.
El viernes, cuando llegué a casa en Playa Virginia, miré a la playa y me sorprendió ver un bando de una pila de gaviotas. Mi padre, que acababa de sentarse a ver "Saber y ganar" me preguntó y yo le dije que, si mientras que duraba el programa no se iba a preparar la comida, me bajaba a escudriñar las playas. Sin inconveniente interpuesto, decidí bajarme a las playas esperando el elenco habitual de 4 especies de gaviotas (cabecinegras, sombrías, patiamarillas y reidoras). Me subí a la cuestecita que sube hacia el puerto de el Candado para ver mejor las especies y por si había alguna anilla. Allí, claramente muchas gaviotas cabecinegras en plumaje de 1º, 2º invierno, adulto invierno y algunos adultos que están llegando a su bellísimo plumaje nupcial, con su excelente cabeza negra y el ligero anillo orbital blanco. Además, sombrías de varios grupos de edad (desbordados sus números por los números de cabecinegras, sin duda). Unas pocas patiamarillas también estaban presentes, junto con un sólo adulto en plumaje invernal de reidora. Ninguna anilla fue detectada. De pronto, una pareja sale del restaurante "El Tintero" y su ocurrencia no es otra que espantar a parte del grupazo de gaviotas que había cerca de mí. Sin embargo, este hecho fue trascendental. De hecho, me habría perdido la quinta especie de gaviota si esta pareja no actúa a tiempo: Desplacé vista hacia un grupo de gaviotas que estaba más alejado de mí, en la orilla. De pronto, una gaviota "grande de cabeza blanca" llama mi atención. Lo que me llamó no fue otra cosa que el pico rojo. Claramente era una preciosa gaviota de Audouin lo que estaba ante mis ojos, junto con otro grupo de sombría, cabecinegras y patiamarillas. La anécdota graciosa de la tarde fue la de una pareja de chavales de mi edad que se me acercaron hablándome de usted y preguntándome si a lo que me dedicaba era al estudio científico de las poblaciones de gaviotas. ¡Se conoce que ya apunto maneras! Vista la hora que era, volví a casa a comer, aunque todavía Mr. Hurtado no había terminado, por lo que ví parte del divertido programa que presenta.
El sábado; a pesar de haberme acostado a las 2 de la mañana viendo "El hundimiento", magnífica película alemana sobre los últimos años de Hitler y el Reich; me levanté a las 9.00. A pesar de ser tan temprano, ya había gente que se me había adelantado y habían paseado a sus monísimas mascotas sueltas, cosa que, recuerdo, ES ILEGAL (corríjaseme si me equivoco). Así que disfrute del bando de cabecinegras y sombrías que descansaban en el mar, los cormoranes que descansaban en las mejilloneras de enfrente de el Palo, y pasé a explorar qué había más allá del puerto de el Candado, en el que había un cormorán grande pescando. Más allá no conseguí ver nada, en cuanto a especies avícolas se refiere; más que un puñado de verdecillos que cantaban a más no poder, llenando el aire de sus chirriantes y a la vez preciosos trinos; y un avión roquero sobre los cortados.
El domingo; a pesar de haberme acostado a las 1.30 viendo "El sur", bonita película en la que una jovencísima Icíar Bollaín hace sus pinitos en el mundo de la actuación; me levanté a las 8.30. Este día, aunque ya había gente que se me había adelantado, no era tan patente (menos un simpático perrito que no dejó de ladrarme hasta que no hube subido a la cuestecita anteriormente mencionada). Desde allí pude ver algún alcatraz en el horizonte y varias decenas de cormoranes en las mejilloneras, además de un trío que hizo entrada de gala ante mis propias narices y las del perrito simpaticón también, en la bocana del puerto de el Candado. El bando de cabecinegras, sombrías y patiamarillas no deja de estar presente en el mar, descansando. Allí también se produjo la anécdota graciosa del día. Estando yo con mi telescopio (un Yukon que impone lo suyo por el porte) se me acercó un hombre (volviéndome a hablar de usted) y me preguntó si lo que hacía era grabar un documental, a lo que contesté que no, que era simplemente observar aves por pura afición (¿apuntaré maneras también por este lado?). En el puerto de el Candado esta vez no había nada. Sin embargo, más allá, no había nada tampoco en la calita que hay justo después del puerto, pero sí que había un pájaro cantando desde los cortados. Cuando di con él y lo enfoqué, me encontré con una preciosa cogujada montesina. Una serie de aviones roqueros hicieron acto de presencia, dándome los buenos días (esos que los paseantes me negaban posiblemente porque soy un "saludaberzas", epíteto que no creo que sea en absoluto malo aunque esté incluido en "El gran libro de los insultos" de Celdrán Gomariz, y que conste que no me refiero a los sufridos corredores ni ciclistas que suficiente esfuerzo realizan). Sin embargo, la sorpresa del día me la iba a dar alguien en el paseo que hay hasta la Araña: Mirando las rocas que hay bajo el paseo, a la busca de algún correlimos, vuelvepiedras o cualquier otro limícola; me fijé en una silueta que en principio identifiqué como abejaruco. Como sabía que no podía ser, me paré. Tan pronto como hice esto, el animalito salió escopetado hacia las rocas contiguas, dejando ver sus anonadantes partes superiores azul brillante y sus partes inferiores naranjas (un claro martín pescador, que jamás había visto antes por el Palo. Cierto es que jamás había venido por estos lares). También me deleitó con su canto una tarabilla común al otro lado de la carretera, junto a unos jilgueros. Más adelante, en un parking, un petirrojo, un acurruca cabecinegra y varios gorriones, se daban el rancho. En un cortado que se veía un poco más allá, un par de cogujadas cantan, una curruca reclama, y un colirrojo tizón que hacía tiempo de que no estaba tan seguro de que un colirrojo macho era de la subespecie gibraltariensis. Las manchas alares blancas que presentaba me llamaron enormemente la atención, sin duda, aunque no más que un bisbita que no supe identificar pero que se encontraba demasiado inaccesible como para proceder a un estudio más minucioso y desde más cerca. A la vuelta hacia casa las gaviotas se dejaron ver en un bando de proporciones extraplanetarias, compuesto en su mayoría, si no en su totalidad, por cabecinegras. Ya desde casa, pude ver varios alcatraces, cormoranes y otras gaviotas, aunque sin niguna sorpresa de última hora.
Hasta aquí por hoy, que tiíto Morfeo me llama, y el amigo catre tiene extendida su pelliza para recibirme.
Con esto, seguirá informando, esperando tener noticias frescas internáuticas pronto, dall_darwin.

1 comentario:

  1. Ja, ja, ja... "Usted", querido jovencito, apunta maneras en todo... Muy buena entrada, gracias por compartirla con todos nosotros. Beso.

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