miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tarde de ánimas y diablos

Ayer, día 13, toda la tarde estuve en el balcón de la terraza de casabu. Poco después de escribir la entrada sobre los stérnidos, un ave de envergadura considerable y que me pareció (aunque me dije que veía visiones) que tenía unas patas extraordinariamente largas para un alcatraz o una gaviota de gran porte. Lo que me hizo cambiar de opinión, y dejarme aliviado por no tener que llamar a un psiquiatra, fue el cuello plegado en forma de S que tenía el animalito. Esto, por supuesto, me hizo pensar que lo que estaba viendo era una garza. A esto siguió la pregunta: "¿Una garza?". Se conoce que venía de no sé dónde, aunque lejos estaba, pues venía cansada dando unos aleteos muy cansinos y a ras de mar. Tan pronto vio los viveros de mejillones, no dudó un segundo y se dirigió hacia allá para posarse y descansar, lo cual hizo para disgusto de los charranes que tuvieron que dejar espacio para que la garza se posase. Con las patas extendidas y perfectamente posada pude distinguir perfectamente a una garza real como el animal que tenía delante de mis narices. Sin embargo, aquello se meneaba más de lo que la garza tenía previsto. Muy a su pesar, levantó vuelo y cruzó a la otra parte del vivero, cosa que llamó la atención de una pandilla de gamberras gaviotas que, sin dudarlo un momento, empezaron a volar alrededor de la extenuada garza que, sintiéndolo muchísimo, levantó el vuelo alto y dio un par de vueltas hasta que, no se cómo, se zafó de las pavanas y se volvió a posar.
Otra silueta de envergadura considerable pasó por delante de las mejilloneras y captó mi atención más que la garza. Este animal era marrón oscuro y tenía un cuello relativamente largo que llevaba extendido, aunque sin patas largas. Tan pronto pude verle la silueta de la cola, que era muy cuneiforme, se confirmaron mis sospechas: no era otro que un joven de alcatraz. Sin embargo, no fue este el único alcatraz que vi pues otro apareció volando más alto, al que distinguí más rápido. Mas este no era ni joven ni adulto (como el que vi el otro día desde casapa), sino un ejemplar con un plumaje entre 2 y 3 cy. Por lo tanto, ya llevo vistos 5 ejemplares de alcatraz esta temporada y tres etapas de plumaje.
Tan pronto se perdió el joven alcatraz de mi vista, volví a los viveros de peces y mejillones, donde seguía la garza. Pero, ¡oh maravilla!, algo llamó mi atención: un desfile de aletas que aparecían y desaprecíen entre los viveros. Rápidamente supuse alguna especie de cetáceos pero no me atrevía a decir si delfines mulares, de Risso, comunes, calderones. Tan pronto salieron de los viveros, se dirigieron hasta un banco de peces  que había cerca de la costa. En cuento llegaron a éste, empezaron a formar un follón de mucho cuidado para atormentar y aturdir a los peces. Este follón lo formaban, para nuestro deleite (pues todos los que estaban en casabu y los últimops reductos de bañistas que se encuentran en las playas de enfrente estábamos mirando), mediante una serie de saltos y golpes de cola contra el agua. Un espectáculo magnífico que atrajo a muchos curiosos montados en barcas a motor o de remos e, incluso, una moto acuática. Ahora un inciso: ¿No hay ningún reglamento como lo hay en Canarias, por ejemplo, para la observación de cetáceos?, ¿lo hay pero se desconoce y/o se ignora? La cuestión es que, si existe tal reglamento, la moto acuática se lo saltó a la torera: se acecaban a menos de medio metro de los delfines, los perseguía, cambiaba de velocidad y dirección bruscamente. Gracias al cielo, al final decidieron dejar su actividad vandalística, que les servía para disfrutar de los delfines a su manera, para irse con un viento helador (más que fresco). En estos saltos que daban se veían de cuerpo entero, lo que permitió su identificación como delfines mulares (Tursiops truncatus).
Sin embargo, las ánimas y diablos (nombre vernáculo que se les da en Málaga a las pardelas) tardaban en aparecer. Pronto, no obstante, fueron apareciendo algunas, hasta que era imposible no ver ninguna ni siquiera con los prismáticos. Las cenicientas, así como las mediterráneas o baleares (no puedo diferenciar la especie), se paseaban a su antojo y pescaban tanto como podían y querían. Incluso algunas se posaban tranquilamente, facilitando su observación.
También se prestó, al final de la tarde, al disfrute de la vista, un cormorán reposando en un posadero que a mí se me antoja típico para su especie: las comunes boyas que no sé si son de señalización, para la meteorología...
Poco a poco, la actividad "delfinesca" fue cesando y, con ella, la actividad de las pardelas diminuyó hasta disiparse.
Seguirá informando, dall_darwin.

martes, 13 de septiembre de 2011

Stérnidos en los viveros


Charrán común

Ya va una semana desde que viese un grupo de alrededor de 75 stérnidos (todas aquellas aves que pertenecen al taxón de charranes y fumareles) por primera vez sobre uno de los viveros de mejillones de enfrente de Echevarría de el Palo. Este grupo es mixto, ya que lo componen varias especies de stérnidos. Una de las especies es el charrancito (Sternula albifrons). La otra, no estoy seguro, aunque creo que se trata de charrán común (Sterna hirundo) o, lo último que se pierde es la esperanza, otro más extraño. Tampoco descarto la posibilidad del fumarel cariblanco, aunque me parecen demasiado  albos como para que lo sean.
Seguirá informando, dall_darwin.

Charrancito común

Fumarel cariblanco


 La foto del fumarel cariblanco está sacada de http://www.discoveringdonana.com/Espanol/Calendario.htm. Las otras dos tienen en ellas impresos los nombres de sus respectivos autores.



miércoles, 7 de septiembre de 2011

Correlimos, calamón, meteorito, ¡qué emoción!

Si en una de las anteriores entradas el título no salía de la vocal a, hoy va con rima incluida.
Hacia las 7 de la tarde de ayer, 6 de septiembre, llegamos a la Desembocadura del Guadalhorce. Bajamos en dirección a la Laguna Grande pero pronto decidimos ir primero al Río Viejo para ver al final de la tarde a los martines pescadores (Alcedo atthis) mundialmente famosos gracias a las fabulosas fotos de Birgit (que pueden verse en su página web que podéis encontrar en la lista "Me gustan" de este blog que visitáis. Decididos nos dirigimos hacia el Río Viejo cruzándonos en el camino con un trío de cogujadas (Galerida cristata).Yo decidí meterme en la Escondida antes de seguir hacia la Casilla, aunque sólo encontré allí algunos ánades frisos (Anas strepera) y azulones (Anas platyrhyncos), muchas fochas  (Fulica atra) y zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis) y alguna que otra gallineta común (Gallinula choloropus) y garceta común (Egretta garzetta). De todas formas, lo más interesante de la laguna fue un somormujo lavanco (Podiceps cristatus) que, al estar con la cabeza bajo el ala no pude identificar si se trataba de un adulto con plumaje invernal o de un joven. También se dejó ver algún porrón común (Aythya ferina). Sin embargo, debido al poco movimiento que allí había decidí continuar hacia la Laguna de la Casilla. Al final de la pequeña cuesta que hay unos metros antes de la laguna, donde hay un sólo árbol en el que, muy ordenaditas, se habían posado unas cotorras argentinas (Myopsitta monachus) como final de su tarde. Al llegar a la Laguna de la Casilla no había más que las típicas fochas, un par de zampullines comunes, alguna garceta común y un ánade azulón en eclipse. Poco después, un martín pescador pasó zumbando alertando con su penetrantísimo reclamo que no se interpusiese nadie en su camino. A punto estábamos de irnos cuando algo llamó mi atención. Una focha con una frente roja. Me pareció que tenía demasiado rojo en la frente y un tamaño demasiado grande como para ser una gallineta común y, tan pronto lo miré con los prismáticos... ¡lo identifiqué como un calamón (Porphyrio porphyrio)! Nunca antes había visto a esta maravilla de la naturaleza y verdaderamente es bellísimo, incomparable a cualquier otra (al igual que otras). Tan pronto lo vi, me di por satisfecho con la jornada, aunque jamás me doy por vencido de ver más y/o mejor.
De todas formas, continuamos hacia la parte alta del Río Viejo, donde nos recibieron un cuarteto de correlimos zarapitines (Calidris ferruginea) y un joven correlimos común (Capidris alpina). Además, unos cuantos archibebes comunes (Tringa totanus), con sus típicos reclamos, se acercaban a coger su parte cerca de los correlimos. Los chorlitejos chicos (Charadrius dubius) se confundían con los pocos grandes (Charadrius hiaticula) que en viaje están. Un grupo de 10 garcetas comunes descansaban en el pequeño cabo que se forma al final de la segunda "calita", por llamarlo de alguna forma, junto con una aguja colinegra (Limosa limosa), que al final se puso en actividad, sin acercarse mucho a nosotros ni a su congénere que, también alejada de nosotros, buscaba su comida hundiendo profundamente su pico en el limo. Junto a este desfile de especies, algunas gaviotas reidoras (Croicocephalus ridibundus) quisieron aparecer, nadando, al igual que una hembra de pata cuchara (Anas clypeata) que pronto se acercó a remover el limo junto a los correlimos. Sin embargo, no era ésta la única anátida que allí andaba pues, escondidas en la isla que ahora no lo es tanto, un par de cercetas comunes (Anas crecca) dormitaban tranquilamente a pesar de la algarabía de los archibebes. Las cigüeñuelas (Himantopus himantopus) por supuesto, no quisieron que los archibebes les arrebatasen su título, que tan a pulso se han ganado, y se unieron al concierto. Sin embargo, algo más destacable apareció allá donde el Río Viejo se pierde. Un solitario andarríos grande (Tringa ochropus) vagaba por aquel limo que a principios de julio tanto merodeasen los archibebes comunes, a lo que se unieron, aunque algo alejadas del "solateras" del grande, un par de avocetas (Recurvirostra avosetta) con un plumaje un poco descolorido, fruto del proceso de muda al que se ven expuestas ellas "...¡Y todos!", vocifera un archibebe común que andurreaba por allí. Con esta sublime sorpresa de otra de las especies migrantes que por estos lares pasan, bajé en dirección al mar, no sin antes pararme en la parte del Río Viejo para disfrutar de un grupo de gaviotas de Audouin (Larus audouinii) que, plácidamente, reposaban sus alas en compañía de otro grupo, este más pequeño y mixto, de gaviotas patiamarillas (L. michahellis) y sombrías (L.fuscus)... sin dejarnos atrás a las pequeñas y zancudas cigüeñuelas.
Pero, ya era hora de que avanzase un poco porque el sol pedía pista más allá del aeropuerto. De esta manera, me encaminé hacia la playa donde, a primera vista, nada encontré. Sin embargo, conforme fui avanzando, son dejar la margen de la valla metálica, vi una silueta en vuelo que no podía pertenecer más que a una rapaz. El vuelo era oteador y las alas las llevaba bastante levantadas, formando un ángulo que no llegaría a recto pero llamaba la atención. Estos rasgos me llevaron a pensar que se trataba de un aguilucho (Circus sp.), lagunero (Circus aeruginosus) por el lugar en el que me encontraba, aunque no pude confirmarlo por sus colores ya que estaba al contraluz. Después de esto, decidí dejar la margen de la valla, no sin motivo (llevaba sandalias abiertas y se me estaban llenando los pies de arena), para bajar hasta la parte en la que la arena está húmeda y compacta, lo que no me deparó pocas sorpresas. Conforme avanzaba, divisé en el mar un par de puntitos inmóviles. Con el telescopio rápido enfoque y... ¡premio! Una pareja en toda regla de porrones pardos (Aythya nyroca), extraña anátida en peligro que siempre se agradece ver (y más si es la primera vez, como es mi caso). Después de estar un rato con las comprobaciones de rigor, seguí camino por la orillita de la mar topándome de vez en cuando, y rodeando para no molestar demasiado, a algún que otro chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus): éste joven, aquel adulto en plumaje de invierno, éste dudo... Pero, en un momento dado, se me cruza en la orilla algo más grande que un chorlitejo: rápido enfoque (de nuevo) y... ¡otro premio! Estoy de suerte: un correlimos tridáctilo (Calidris alba) joven que, aunque no es la primera vez que lo veo, el estarlos viendo todo el invierno en las playas de delante de casabu correteando en el borde de las olas hace que les haya tomado cariño, y este es el primero de esta temporada. Pues nada, rápidamente, un bonito labrador lo espantó con su carrera tras un palo que su amo le había lanzado al agua. A eso lo podría llamar yo un "arreando que es gerundio a lo llamada de la naturaleza". Así de bruscamente, y obedeciendo a la sabia naturaleza, me encaminé hacia la laguna grande, no sin que antes se me levantase "algo" del borde del camino cuando apenas estaba a 1 metro, que supuse un chotacabras (Caprimulgus sp.).
Ya en la Laguna Grande me encontré con María del Mar y Mónica junto a Birgit Kremer (cuya página web os recomiendo de nuevo) y otro hombre cuyo nombre no conozco. Allí estuvimos, entretenidos de vez en cuando con algún martín pescador. Además, se prestaron al goce visual una cantidad ingente de gaviotas reidoras y unas pocas (4 ó 5) cabecinegras (Larus melanocephalus). No faltaron a la cita otra gran cantidad de garcetas comunes, garzas reales (Ardea cinerea) y una espátula (Platalea leucorodia) que también se encuentra en plena migración por estos andurriales. Otros que no quisieron estar ausentes fueron los sempiternos zampullines comunes y las carismáticas malvasías (Oxyura leucocephala). Se unió a la fiesta de correlimos del día (y van 4 especies, mi propio récord) un joven correlimos gordo (Calidris canutus) que, además, es la primera vez que veo a uno de su especie. Otras limícolas que aparecieron fueron los andarríos chicos (Actitis hypoleucos) y algún que otro archibebe común. A última hora, nos deleitaron con sus vuelos acrobáticos y cernidos los charranes comunes (Sterna hirundo) y un charrancito (Sterna albifrons). Además, me confirmaron que habían visto un macho de aguilucho lagunero por la zona.
Como punto y final quise volver en dirección a la playa para ver si veíamos al huidizo chotacabras. Conforme andábamos íbamos viendo, de vez en cuando, unas sombras en el camino que se paraban en medio, como interrogantes, y corrían hacia los matorrales. Al llegar al ensanchamiento del camino justo antes de ir a dar a la playa me di por vencido. Pero algo me hizo cambiar de opinión: una sombra en el suelo con la forma típica de un chotacabras acurrucado me hizo llevarme a las manos mis prismáticos y, tan pronto me los acerqué a los ojos, despareció de nuestra vista. Con esto supongo, pero no estoy seguro, que fuese un chotacabras, cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis) supuestamente.
Sin embargo, el cielo decidió que no eramos nosotros o el chotacabras los que debíamos cerrar esta velada tan interesante: Habíamos cruzado ya el puente y nos dirigíamos hacia el coche con paso cansado y ganas de llegar después de esta tarde de especies nuevas y, a la vez, tan bonitas. Recordé que mis sandalias seguían llenas de arena, lo que significaba que la acera de al lado del colegio de Guadalmar amanecería con un lindo par de montañitas de arena sacadas del Paraje Natural. No habían aparecido las primeras luces de Guadalmar cuando, de repente, una relativamente pequeña bola de luz con una cola que desprendía chispas cruzó el cielo a 500 metros aprox. de altura y se desvaneció sobre el mar enfrente de nosotros. En los apenas 2 segundos que duró el acontecimiento, mi madre y yo nos quedamos parados y, tan pronto acabó, nos miramos y dijimos al unísono: "Pero, ¡¿TÚ HAS VISTO ESO?!". Pronto supusimos por la cola que echaba chispas, en la cual coincidimos (hago resaltar este asunto porque yo todavía no me creo que esto me haya ocurrido),  lo que denotaba fuego, que debía ser un meteorito, un asteroide que hubiese entrado en la atmósfera y, debido a la fricción de los gases, huebiese echado a arder y, al contrario que otros, hubiese llegado a estar lo suficientemente cerca de la superficie terrestre como para que se viese bastante grande.
En resumen, que fue una buena tarde y un mejor fin de noche.
Ahora a dormir que ya va haciendo falta.
Seguirá informando, dall_darwin.

Migración sobre casa

Al igual que el pasado viernes, ayer vi pasar por encima de casama un bando de abejarucos en plena migración. Los primeros indicios no son visuales, normalmente, sino auditivos. Los "burbujeantes" reclamos de estas joyas aladas son diagnósticos en su identificación. Sin embargo, he dicho "normalmente" debido a que esta mañana, cuando salía de casama hacia casabu (por lo que llevaba telescopio y prismáticos) vi un bando de aves sobre una antena de alta tensión que hay a la puerta de casama. Tan pronto los vi, faltó tiempo para que el menda desenfundase y, camplacido, divisase las pequeñas puntitas que, en la cola de los abejarucos, forman las rectrices más centrales. Acompañando a esto, el viento de mediodía atrajo hacia mí el típico reclamo de los alados que, igual que aparecieron, desaparecieron sobre el horizonte urbano que, a lo lejos, forma Pedregalejo y, aún más allá, el Centro y su prolongación.
Seguirá informando, dall_darwin.
P.D.: La foto que pongo no es hecha por mí, pero llevo un tiempo recibiendo peticiones para que acompañe mis entradas con fotografías para hacer así más comprensible e igualmente "disfrutable" (no sé si existe tal palabra) a los legos en ornitología. Esta foto está sacada de http://es.paperblog.com/abejaruco-merops-apiaster-316843/.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mañana dada a la mar

Buenas de nuevo. Después de...1 mes y medio sin dar señales de vida reaparezco sin más. Sin embargo, hay explicación para ello: durante las primeras tres semanas de agosto he estado de viaje por el norte de Palencia, de lo que informaré poco a poco; y, en la última semana de agosto, he estado en la Sierra de Castril con mi familia materna, de la cual (la semana) también informaré.
Sin embargo, he de decir que esta mañana la he dedicado a la observación de la mar y su fauna (sobre todo de su avifauna, para que me voy a engañar).
Ayer, después de vernos Brubaker, recomendable película con Robert Redford a la cabeza del reparto, decidí que hoy no darían las 9:05 conmigo dentro del catre. De esta forma, muy obedientemente, mi inseparable amigo el despertador ha hecho sonar la diana a las 9:00 y yo, haciendo lo propio, salté de la cama a la segunda repetición. Monté mi telescopio, cogí mis prismáticos y salí a la terraza aquí en casapa. Pronto descubrí varias pavanas, como se les llama tradicionalmente aquí en Málaga a los adultos de las gaviotas grandes de cabeza blanca como la patiamarilla (Larus michahellis) o la sombría (L. fuscus), posadas en el mar junto con numerosos gavarrones o gabarrones, nombre que se les da en Málaga a las gaviotas jóvenes de las especies nombradas antes. De entre ellas, distingo patiamarillas y sombrías (las primeras que he visto este año por el Palo). Además, también aparecen algunas reidoras (Croicocephalus ridibundus), muy pocas, y 1 cabecinegra (L. melanocephalus).
Poco después, a pocos metros de la orilla pasó un charrán (Sterna sp.) que creo que era un charrán común (S. hirundo). De entre los bandos de sombrías y patiamarillas que, aprovechando el viento que hace, pasan a toda velocidad sobre los bloques de Playa Virginia distingo también las dos pavanas más comunes y consigo diferenciar y clasificar a los gabarrones de sombrías y de patiamarillas, que tanto se parecen y tanto me costaban hasta que Andy Paterson resolvió mi duda con la diferencia de las ventanas alares pálidas de las patiamarillas. Sin embargo, en uno de los bandos, una feliz casualidad me hizo mirar con los prismáticos para ver a una escasa intrusa en éste: una gaviota de Audouin (L. audouinii).
Poco después, y ya en el mar, una pequeña gaviota de un tamaño parecido a la reidora llama mi atención. Sin embargo, en las alas tenía una raya oscura que me hicieron dudar si sería una tridáctila o una enana, o si simplemente fue un extraño que hizo la luz en favor de una confusión.
Pero, cual no fue mi sorpresa cuando vi una silueta oscura sobre los criaderos de lubina, dorada y otros que enfrente de el Palo se encuentran; y, cuando decidió ponerse de perfil, lo identifiqué como un joven de alcatraz (¡el primero que veo esta temporada!). Lo seguí con el telescopio y me llevó hasta un sitio en plena bahía de Málaga donde se conoce que había un banco de peces, porque cientos de aves entre gaviotas grandes y pequeñas (supongo que en su mayoría patiamarillas y reidoras), charranes (estaban tan lejos y el sol calentaba de tal forma el aire que se veían lo suficientemente borrosos como para distinguir que eran charranes pero no su especie) y, grata sorpresa, otro alcatraz (éste ya adulto). Además, un par de pardelas cenicientas (Calonectris diomedea) se juntaron al festín gaviotil.
Como enigma principal de la mañana se me queda un par de pequeñas siluetas oscuras que cruzaron, a velocidad de vértigo (lo que imposibilitó su identificación por mi parte), la bahía en dirección Este->Oeste, con rumbo parecido al que llevaría a la Desembocadura del Guadalhorce.
A las 11:00 llegaron dos "manadas" de humanos en sendos autobuses acompañados de un viejo amigo mío, el calor, que me hicieron entrar a la casa a la fresca para posponer la observación marina hasta por la tarde (lo que no niega que desde las 11 hasta ahora haya salido 3 veces a curiosear el horizonte. Jiji).
En próximas entradas relataré las anécdotas avícolas más destacables de Sierra Nevada, Palencia y Sierra de Castril.
Hasta entonces, seguirá informando, dall_darwin